Indolencia
- Admin
- 2 dic 2018
- 2 Min. de lectura

Pasado un tiempo desde la última competición, y último fracaso en el ciclo de Infliximab, he caído en una desidia sin precedentes. No me apetece entrenar.
Aún sin fechas en el calendario 2019 de paratriatlón, y empezando la temporada, es muy complicado iniciar las rutinas y llegar a la intensidad y forma a la que se llega en Privamera.
Mentalmente también lo es, y si le sumamos el hándicap de la EA, más si cabe.
Me estoy limitando al ejercicio mínimo de mantenimiento para la enfermedad.
15 min andando en cinta con el máximo desnivel, fuerza, Core y estiramientos.
La semana pasada hice rodillo un día, y no se dio del todo mal para el tiempo que llevaba sin hacer nada. 20k a una media de 35km/h, pero lejísimos aún de una buena sesión de Zwift.
Era un punto de partida, para encadenar con la piscina.

Pero el Miércoles tuve ciclo.
Dicen que no hay quinto malo, pero en este caso no lo ha habido bueno, ni malo.
Gran fracaso hace semanas, y esta no sería distinto.
Esta vez tocaba premedicación. Urbasón para un elefante, Polaramine y Paracetamol, para posteriormente pasar mucho más despacio el Infliximab.
A los 20 min, Nelu y mi amiga Patri, enfermera de Oncología que vino a verme, observaron que me salían ronchas en la cara y el cuero cabelludo.
Inmediatamente suspendieron el tratamiento. Esta vez de forma definitiva.
En un primer momento, mis sentimientos fueron de enfado y decepción.
Pero si mi cuerpo no tolera el anticuerpo quimérico del ratón, pues buscamos otro animal!!!.
Yo soy más de gatos la verdad!
A partir de ahí, una semana con Prednisona, y consulta con mi reumatólogo para decidir nuevo tratamiento.

De momento, me he propuesto vencer esta desidia tan grande, y empezar a darle cierta intensidad a los entrenos, programándome los días de rodillo y piscina, hasta conocer cuándo y dónde se celebrará el Campeonato de España de Paratriatlón, y el tratamiento anti-TNF que tendré a partir de ahora.
Adiós Indolencia.
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